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domingo, 15 de mayo de 2016

EL ESPÍRITU SANTO NOS INVITA A SER CONSTRUCTORES DE PAZ


“Vieron al Señor, se llenaron de alegría”, consolación interior. Después “sopló” sobre ellos y dijo: “Recibid el Espíritu Santo...”. Abriendo con ellos, para todos, el camino del perdón, la paz en el mundo.

Este evangelio, evocando el comienzo de la VIDA Humana, descrita en el Génesis, cuando concluida toda la creación Dios “sopló” su Espíritu sobre el Hombre creándolo a su imagen y semejanza; nos orienta hacia la principal experiencia que se puede tener del misterio y ser de Dios, por medio del resucitado: La Nueva y definitiva Creación.

Hoy, todos los hombres, “Testigos del Resucitado”, reciben el soplo de Dios por medio del Hijo, dando comienzo así a una vida nueva. Vida, definitiva, porque a diferencia de la primera creación, el hombre es habitado por Dios en el Espíritu y habilitado para “Perdonar”, para redimir definitivamente del poder del mal y de la muerte, al que se había entregado en el mundo, y había entregado consigo, toda la creación de Dios.

Es claro que perdón y redención son obras del amor de Dios; la reconciliación es el modo de concretarse en nuestra vida humana y temporal, toda la nueva creación-redención, de Dios. Esta es la maravilla del misterio de Dios, que hoy celebramos: Pentecostés.

Es el fuego que purifica y alienta; da vida y calor; enciende otros fuegos en el camino de la reconciliación y de la paz. Es incomprensible que los seres humanos pretendamos alcanzar el Perdón y la Paz, prescindiendo de este fuego y amor de Dios, de su gracia que es precisamente su Espíritu... Santo, “consolador”.

Hoy hablamos diversas lenguas, pero no nos entendemos, hay infinidad de medios de comunicación, pero falta una comunicación profunda enraizada en la verdad, sinceridad, en el bien común. Estas no resultan incluyentes, ni son expresión de un leguaje y relación común. Nuestra diversidad no es riqueza o complemento, al contrario, se ha vuelto división, rivalidad, destrucción y negación, por ello cada día vemos tanta violencia, guerra, migración, ...

Es la acción del Espíritu en todo ser humano, la única que genera la vida en comunión; en Él, la diversidad de ofertas y posibilidades es signo de riqueza, inclusión. Es el camino para alcanzar el perdón. En definitiva, Él es el camino a la Paz.

(Tomado de Franco Espinal)